lunes, 13 de febrero de 2012

El británico que cree que la soberanía de Malvinas debe ser para Argentina

POR MARÍA LAURA AVIGNOLO

Es un ex asesor del laborista Tony Blair, que trabajó en un posible acuerdo antes de la guerra.
Polémico. La posición de Slowe de ceder la soberanía genera en estos días un fuerte debate en Gran Bretaña.
PARÍS. CORRESPONSAL - 13/02/12
“Yo creo que la soberanía de las Islas debe ser entregada a los argentinos. Debe haber un acuerdo para los isleños sobre su estilo de vida y un acuerdo sobre los recursos económicos”. Quien lo dice no es un árbitro internacional sino un británico: el doctor Peter Slowe. Cuarenta años atrás, cuando era un estudiante de geografía política en Oxford, este académico, laborista y ex asesor de Tony Blair, fue integrante del equipo de Ted Rowland, el ministro junior del Foreign Office británico que en los 70 estuvo muy cerca de resolver la disputa anglo argentina por las Islas Malvinas.
Cerca del 30° aniversario de la guerra y enplena escalada retórica entre ambos países, su artículo en el diario conservador The Daily Telegraph fue una voz diferente en el reino para proponer otra solución que la autodeterminación isleña en el conflicto. Ahora, Slowe preside su propia ONG, “ Projects Abroad ”, y entre sus tantos proyectos alrededor del mundo, tiene una base en Córdoba, donde hay intercambio con médicos británicos.
Leí su solución por las Malvinas. ¿Puede explicarme qué significa? Yo hice un poco de trabajo para Ted Rowlands cuando yo era un estudiante en los 70. En esa época, tenía una clara idea del sentido político argentino, que es algo muy extraño para la forma de pensar britanica: que los argentinos y no sólo el gobierno militar argentino de entonces tenían un deseo de grandiosidad. Eso era bloqueado por Chile en el continente y tenían una visión de expandirse en la Antártida. En ese momento, los británicos no tenían ningún interés de propiedad sobre las islas, con una población de 1.200 o 1.800 habitantes en el Atlántico Sur. Parecía una obvia solución en ese entonces, que estaba siendo negociada por el ministro junior Ted Rowlands con el gobierno militar. La idea era pasar la soberanía a los argentinos. No había entonces ninguna especulación sobre el petróleo. La gente hablaba del krill entonces como recurso pesquero. Todo eso debía ser compartido y se debía garantizar la manera de vivir británica de los isleños, una democracia local. No muy diferente a las negociaciones que estaban en marcha con los chinos sobre Hong Kong. Esas negociaciones tenían todas las posibilidades de tener éxito.
¿Y entonces? Las negociaciones continuaron con Nicholas Ridley, diputado de la derecha británica que estaba bajo el gobierno de Thatcher. El insistió en que las negociaciones económicas debían preceder a las negociaciones diplomáticas y sobre la soberanía. Pero la invasión argentina cambió todo.
¿Rowland estaba convencido entonces que la única solución era dar la soberanía a la Argentina? Era la única solución pero también la más sensible. Usted le daba la soberanía política a Argentina, dividía de alguna manera los recursos económicos y permitía a los isleños mantener su estilo de vida británico. Después seguramente iban a cambiar por un estilo de vida sudamericano. Ahora, 30 años después, es tiempo de decir que nosotros aprendimos la lección de la historia. Los soldados y marineros no murieron en vano. Es tiempo de ir por una sensible solución de compromiso.
En esa época, ¿Qué pensaban los isleños de esa intención? ¿Rowland discutió esa posibilidad con ellos? Para ser honesto, no hubo una gran discusión con los isleños, pero el gobernador de las Islas estuvo involucrado. Y había una gran compañía, Coalite, dueña de grandes extensiones, que estaba involucrada. El dueño era un ex ministro laborista. Yo no creo que en esa época haya habido discusiones con los isleños. Entonces, había unos 50 argentinos viviendo felices en las islas y los isleños aprendían español en el colegio.
¿Cree que es posible una solución sin los isleños? (Risas) Yo pienso que deberían incluir a los isleños en las negociaciones. Pero con 300.000 británicos o de origen británico viviendo en Argentina, los isleños no pueden tener poder de veto. Los isleños tienen derecho a insistir en la forma de vida que quieren. Si ellos quieren tener separadamente su democracia parlamentaria, deben tenerlo. Si quieren mantener tradiciones británicas, deben poder. Pienso que el gobierno argentino no va a tener problemas con eso.
Pero la línea oficial en Gran Bretaña es la opuesta a la suya.
Ellos dicen que cada uno tiene derecho a autodeterminación. Pero es ridículo. Uno no puede tener 3.000 personas, que antes de esta tormenta política estaban felices de hacer un compromiso y ahora mantienen a la mitad de la Marina británica como un rehén. Ellos están creando un problema en las relaciones internacionales a gran escala. Yo no creo en la autodeterminación de la gente que, porque estén concentrados geográficamente, tienen un derecho sobre todo.
¿Pero deben ser consultados? Sí, y usted se sorprenderá. La mayoría de los isleños ordinarios están hartos de la presencia militar, con antipatía a sus vecinos más cercanos, con argumentos sobre el petróleo del que no se van a beneficiar demasiado. Yo no pienso que serían una oposición como se imagina. Esto es algo que ha sido creado en nuestras mentes políticas en Gran Bretaña.
¿Cuánto hace que no visita las Islas? La ultima vez fue en 2002.
¿Los británicos pueden compartir su posición? No lo sé. Yo sugiero que el 30° aniversario es un buen tiempo para hacer un nuevo compromiso.
¿Cómo explica esta escalada? Es por el aniversario. Es una manera de decir del gobierno británico: “Nosotros somos duros”. Le da al Foreign Office una posibilidad de hacer un discurso donde suena duro, patriótico. La gente de mi generación recuerda los barcos volviendo a Portsmouth con gran bienvenida.
¿No cree usted que es el petróleo la razón de esta pasión? No. Yo creo que al gobierno de Cameron no le importa que los isleños tengan autodeterminación.
¿No es demasiado caro para los británicos mantener la base militar de Mt. Pleasant, en las Islas, con los recortes presupuestarios en marcha? Es caro, pero en comparación con Afganistán y los otros países en los que están envueltos alrededor del mundo, no es tan caro. El destructor que se desplazó debía ser desplazado a algún lugar de todas maneras. Creo que hay un poco de exageración con respecto al príncipe William. Nosotros cometimos el error de que estos desplazamientos de William a las Falkland o el príncipe Harry a Afganistán sean vistos como simbólicos, cuando nosotros creemos que es una rutina.
¿Qué piensa usted de esta denuncia argentina de “nuclearización” del Atlántico Sur? No creo que haya una nuclearización. Es un poder nuclear, pero no armamento nuclear. En estos momentos, los dos lados están volviendo muy difícil conseguir un compromiso. Mi artÍculo era un grito de desesperación.
¿Los veteranos de de Malvinas pueden ayudar en esta misión? Por supuesto. La gente que peleó posiblemente puede enojarse si hay alguna negociación. Pero la guerra con los alemanes fue mucho más seria y los alemanes eran nuestros aliados en 1950.
¿Existe una necesidad doméstica en Argentina y Gran Bretaña que lleva a estas exclamaciones? Mi entendimiento de la política argentina es que Malvinas puede ser usado como un instrumento político cuando el gobierno se siente amenazado y no pierde nada. Es lo mismo para el gobierno británico.
¿Cuál fue la reacción que usted recibió en Gran Bretaña a su propuesta? Para algunos locos fue “una traición” y otros dijeron simpáticamente: “Qué gran idea. ¿Por qué no usamos el 30 aniversario para hacer la paz y no la guerra?”.

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