lunes, 29 de noviembre de 2010

Excombatientes de Malvinas denunciaron ataques británicos al continente durante el conflicto
Las Fuerzas Armadas argentinas resistieron y desbarataron operaciones británicas con infiltrados, ataques y enfrentamientos en el litoral marítimo de la Patagonia durante la Guerra del Atlántico Sur de 1982, según denunciaron excombatientes.
También resaltaron que 18 bajas se produjeron en las costas del continente y entre los caídos figura el militar de más alto rango que perdió la vida durante el conflicto bélico de hace 27 años, el coronel Clodoveo Miguel Arévalo, quien fue ascendido post mortem a general. Los excombatientes afirmaron que sus mismos superiores los alertaban sobre posibles incursiones nocturnas de tropas inglesas en las playas de Chubut, Santa Cruz o Tierra del Fuego cuando debían permanecer de guardia en las bases costeras, con la mirada fija en el mar, repeliendo el cansancio y en medio de gélidas condiciones climáticas. «No se queden dormidos que les cortan el cogote», era la advertencia que recibían los soldados, según comentaron a Noticias Argentinas integrantes de un grupo de ex conscriptos quienes participaron del conflicto bélico apostados en el continente y que aún hoy reclaman al Estado nacional que los reconozca como Veteranos de Guerra.
Se trata de muchachos que cumplían diversas labores de prevención, control y mantenimiento en las bases militares ubicadas en el litoral patagónico, a las órdenes del V Cuerpo del Ejército, el mismo que comandaba las acciones en las islas Malvinas y sus alrededores. Las tropas que se desempeñaban en la costa resistieron ataques británicos, abrieron fuego contra blancos enemigos y hasta tomaron como prisioneros a soldados ingleses durante la guerra, además de protagonizar enfrentamientos y detener a infiltrados en el continente, dijeron los excombatientes en la entrevista concedida a NA. «A nosotros nos reventaron un radar», expresó Marcelo Díaz, quien integraba el Regimiento de Infantería 1 (RI1) Patricios y efectuaba tareas de radio operador. «Colocamos radares en Rada Tilly, Caleta Olivia, Caleta Córdoba y el día que llegamos a Lobería, colocamos el radar y a las dos o tres de las mañana nos tiraron un morterazo y lo reventaron», indicó.
El incidente, que desencadenó una de las noches más movidas en Comodoro Rivadavia y sus alrededores para las tropas argentinas, se produjo entre la noche del 22 y la madrugada del 23 de mayo de 1982. «Fue una de las alertas rojas más grande que hubo», recordó Díaz. «A la mañana, ya con la luz del día, se encontraron cuatro o cinco gomones en la costa. Había gente que había desembarcado. A los cinco días se encontraron cuatro o cinco personas que eran ingleses, vestidos de civil, de traje y corbata, con maletines que adentro tenían armas», agregó. «Eso salió en los diarios, yo lo leí (...) A los ingleses los tomaron como prisioneros, tenían armas y estaban dispuestos a reventar cualquier cosa dentro del continente», subrayó Díaz, quien instaló nueve radares en total.
Su colega, excombatiente Sergio Freire, indicó que, al día siguiente de la incursión británica en Lobería, concurrió con una patrulla a «una casa precaria entre Lobería y Rada Tilly». Al ingresar a la vivienda  los soldados encontraron a una mujer con un bebé en brazos que empezó a gritar: «Los gringos ya se fueron.»

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